Lo que nunca tuviste

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Saben que amo contarles mis viejos recuerdos de la infancia y como me han ayudado a conocer más profundamente como Dios opera en cada vida distintamente. Puedo recordar la temporada más esperada por los niños a nivel mundial. El momento donde toda  madre menciona a Santa más de 1,000 veces al día. Sí, NAVIDAD, no sé cuantas de ustedes año tras año, decían “esta vez si me quedare despierta para ver si lo logro ver”. ¡Qué bueno es recordar! Los años donde Santa “mami” se esmeraba por traer cada regalo en la lista y aún sorprenderte con el que ni imaginabas que ibas a obtener. ¡Esos eran buenos momentos!

Pero dentro de todos los buenos recuerdos y extraordinarios regalos, aún me queda la duda de por qué  Santa nunca me trajo “My Size Barbie”. ¡Vamos! Sé que ya la mayoría somos adultas y son conversaciones que jamás tendríamos a esta etapa pero… ¿Por qué? Estuve todo el año anticipando esa sorpresa debajo del árbol. ¡Soñaba vestirla, peinarla y hablarle de los nenes más lindos del salón Ja, ja, ja! Nunca fui de tener muchas amigas y llegaba a casa a encontrarme con mi hermano y mis dos primos que eran como hermanos. Siempre me preguntaba como hubiera sido criarme con más niñas a mi alrededor. Pero volviendo al porqué nunca obtuve la muñeca de mis sueños.

  • ¿No me habré portado lo suficientemente bien?
  • ¿Habría mi Madre captando lo mucho que la anhelaba?
  • ¿Habría sido muy costosa?
  • ¿No me la habría ganado?
  • ¿Se habrían acabado?
  • ¿No era una prioridad?

Son muchas preguntas que me hice ese año. ¡Y si les soy sincera nunca le pregunte a mi Madre el porqué!

Pero a menudo esto pasará a lo largo de nuestras vidas. Llegarán temporadas donde estás segura de que  este es el año. Y comienzas hacer una lista en tu mente del porqué te lo mereces o del porqué ocurrirá eso que tanto anhelas. Papito Dios, tú sabes que eso es lo que quiero, pero… y si cuando estabas segura de que allí estaría debajo del árbol te llevas la sorpresa de que no esta. Tristeza, duda y rebeldía comienzan a invadir tu corazón. Que difícil se nos hace en ocasiones aceptar el Destino de Dios para nuestras vidas. 

Sí, sé que te estarás preguntando con esa voz juzgadora, ¿de que habla esta mujer? Pero hoy debo decirte que no todo lo que anhelamos es parte del propósito y destino de Dios para nuestras vidas. Claro a la edad de 9 años no entiendes el porqué de la situación, pero hoy me doy cuenta. Quiero lanzarte esto, atarlas de este escrito, Dios nunca permitirá algo menos de lo que el ya diseño para tu vida. 

Un tiempo después del traumático suceso de no recibir mi muñeca (broma) visitamos una tienda de juguetes. Paseando por los pasillos me encontré con la “My Size Barbie” allí estaba lo que por tanto tiempo había visto y anhelando en el Televisor. Tenía aquella caja frente a mí, pero, había algo raro, busque todas las cajas para asegurarme que lo que estaba visualizando era lo correcto. La muñeca que nunca tuve era 3 veces más pequeña que yo. Aquello que anhele y desee y aún logre resentir a mi Madre por no comprármela, resulta ser que era para niñas de estatura normal. 

Mientras escribo me rio, porque siempre fui la niña más alta del salón. Fui aquella niña que todos miraban rara por tener los pantalones más brinca charcos a causa de mi estatura. Me rio porque que difícil es molestarnos con Dios por no permitir; la relación, el empleo o la casa. Que fácil es cuestionar el propósito de Dios para nuestras vidas. Cuando Dios solamente quiere que entendamos “jamás te daré algo menos de lo que planifique o diseñe para ti”.

Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

(Romanos 8:28, RVR1995)

Su propósito es perfecto, y todo lo que en temporadas no has tenido te ha ayudado a llegar hasta donde estás hoy. Deja de pelear el porqué Dios no lo permitió y comienza a decirle, “Gracias por lo que es mío y por lo que ya está asegurado para mí”. 

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